Una especialidad de Marrakech es dejar el cordero toda la noche en el horno de adobe a fuego lento. No lo salan ni lo especian, solo lo aromatizan con hierbas que introducen en el horno sin que entren en contacto con la carne.

El resultado es una carne crujiente por fuera pero que su interior se derrite en la boca cual mantequilla, dejando un aromático sabor a monte. Una auténtica delicia.

Vamos a hacer una receta inspirada en esa especialidad. Como muchas personas no disponemos de un horno de adobe, utilizaremos un horno casero convencional con un pequeño truco.

Receta:

Se pone el horno a calentar a 150ºC con calor solo abajo.

Preparamos dos bandejas de horno. Untamos la primera con aceite de oliva virgen extra, disponemos las paletillas de lechal en ella, las untamos también con un poco de aceite de oliva y las espolvoreamos con un poco de pimienta, orégano, tomillo y romero. En la otra, vertemos agua, un limón limpio partido por la mitad, 3 dientes de ajo y 2 hojas de laurel.

Colocamos en la parte más baja del horno la bandeja que contiene el agua. Sobre ella, la rejilla con la bandeja del cordero. Cerramos el horno y dejamos asar a 150ºC con calor solo abajo. Necesitaremos de 4 a 5 horas, dependiendo del tamaño y la calidad del lechal.

Vamos controlando el asado y también la bandeja de agua, porque tendremos que ir añadiendo agua a medida que se evapora.

De vez en cuando volteamos las paletillas para que se asen por igual las dos caras.

En nuestro caso, hemos necesitado 4 horas y media de cocción. El resultado es increíble, un delicioso asado dorado por fuera y super tierno en el interior con un delicado sabor a hierbas aromáticas y limón que no ensombrece el de la carne.