La palabra “café” proviene del término turco qahve, a su vez, procedente del árabe, qahwa  (قهوة), que significa vigorizante. El término árabe sería una abreviación de la expresión qahhwat al-bun. Un posible origen de la palabra se encontraría en el Reino de Kaffa en Etiopía, de donde procedería la planta del café; su nombre allí es bunno bunna.

El café árabe se prepara en la estufa en un recipiente especial llamado dallah y se sirve en una taza pequeña y sin asa llamada finjaan. En muchos países árabes se ofrece el café al visitante de pie. Se espera que tome por lo menos una taza de café, lo normal son tres tazas. El café seguirá estando servido hasta que el visitante indique con la mano que retiren la taza que no quiere más. En las sociedades de los Emiratos Árabes o Arabia Saudita servir el café es mucho más que ofrecer una bebida, sino mas bien una genuina muestra de hospitalidad y generosidad. En 2016, el ritual de preparar, servir y beber café en los países árabes, pasó a engrosar la lista del Patrimonio Intangible de la Humanidad de la UNESCO.

Según los árabes, el verdadero café es puro, de grano, tostado, molido y extractado en una jarra especial para sentir su aroma, saborear su acidez y sabor en el paladar y papilas gustativas, el café se toma, según los expertos sin azúcar, porque el azúcar lo primero que hace es romper su composición natural y el sabor que lo hace puro. El café se toma solo, puro, fuerte en un recipiente pequeño, lentamente y saboreando cada trago.

El café Árabe se suele tomar sin leche y sin azúcar. En lugar de azúcar el café se toma acompañado con dátiles o fruta escarchada. Pero en esta receta nosotros hemos preferido añadir un poco de azúcar moreno, tal y como lo hacen algunos árabes del maghreb.

Receta:

Tostamos un poco el café natural y lo molemos hasta obtener un polvo muy fino.

Hervimos las cinco tazas de agua en el  cezve o en un cazo hondo en su defecto .

Si queremos azúcar, la incorporamos ahora. No podemos añadir azúcar más tarde. La ponemos en el agua y removemos hasta que se disuelva.

Llevamos el agua azucarada a ebullición.

Cuando hierve, apartamos del fuego y echamos el café: entre una y dos cucharaditas de café por taza. Lo más corriente es una cucharadita por taza más una, en este caso de cinco tazas de agua serían 6 cucharaditas. El café deberá estar recién molido.

Haremos hervir el café dos veces consecutivas, retirando el cezve o el cazo del fuego entre una ebullición y la siguiente. Antes de mezclar bien, es posible eliminar la espuma o conservarla.

Al primer hervor, quitamos el cezve o el cazo del fuego, y repartimos la espuma en las tazas de la manera más uniforme posible. O la desechamos (depende del gusto) . Mezclamos bien el agua con el café y volvemos a poner al fuego.

Cuando hierva por segunda vez, bajamos el fuego al mínimo, y mantenemos hirviendo el café durante un par de minutos más.

Cuando vayamos a servirlo, echamos una o dos cucharadas de agua fría para que los posos se vayan al fondo, y servimos el café sin filtrar.

Al servir, lo acompañaremos de un vaso de agua fría (hay quien se la toma antes, y hay quien se la toma después para mantener la boca limpia tras el café).

Si tenemos delicias turcas (lokum), las usamos para acompañar este estupendo café, es el acompañamiento ideal del café turco.