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Poesía andalusí

A la Sabika
(la montaña de la Alhambra)

Al-Maqqari

¡Oh tu que añoras el Nayd y a Granada, el Nayd y su río sigue allí.

Detente en la Sabika y mira desde su explanada:

la ciudad es la esposa que se muestra al monte, su marido

Se ciñe con el cinturón del río y sus flores sonríen

como alhajas en su garganta.

Los ojos de los narcisos brillan con las gotas de rocío.

que parecen lágrimas.

Las margaritas sonríen con sus flores

y besas a las rosas, sus vecinas.

Es como si las flores, mágicamente, tuviesen en sus

pétalos, monedas de oro que el suave céfiro recoge.

Mira a los árboles frondosos y a los riachuelos que

los rodean como si las acequias fuesen coperos

que sirven a los invitados.

El río es más bello que la Vía láctea, pues se enriquece con sus burbujas

de perlas que centellean.

El Nayd le da de beber con sus nubes blancas que

hacen fluir sus aguas.

La Sabika es una corona sobre sus cabellos a que

le gustaría adornarse con perlas, pero su Alhambra

es un jacinto que se eleva sobre esta corona.

Las lunas coronan estas diademas como

aljófares de color gris.

Pero envidian a la corona de la Sabika cuando ven

las flores que resplandecen de belleza.

El brillo de estos palacios hacen empalidecer a las estrellas que son los

palacios de las alturas.

Extraído de: "LA ALHAMBRA bajo la media luna" de L. Benavides-Barajas - Editorial Dulcinea.

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