Balansiya, la Valencia musulmana de al-Andalus
Balansiya: cultura andalusí de Valencia.
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Cristiano y musulmán jugando al ajedrez. Pintura del siglo XIII. Libros de juegos d'Alphonse X le sage fol. 64r. Reproducido en Lebedel, Les Croisades, orígenes y consecuencias, p. 108. Autor desconocido.
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La cultura resultó igualmente protegida. Salieron a la luz o se adquirieron tratados de Agricultura, Medicina, Matemáticas, Astronomía y Arquitectura, entre otras materias.
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GASTRONOMÍA. Los pescados y las carnes eran importantes aunque se consumieran en menor proporción que los productos de la huerta. La actividad de los pescadores en la playa de Valencia magistralmente plasmada por Joaquín Sorolla en 1908.
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Caftán andalusí de seda valenciana. Museo de Fez (Marruecos). En Marruecos siguen utilizando tela de Valencia para los caftanes más lujosos. Compran la misma tela de seda con la que aquí se elaboran los trajes de fallera.
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El tabalet y la dulzaina también son los instrumentos de la música popular en el norte de Marruecos.
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Balansiya, donde convivían también las minorías cristiana y judía, fue una ciudad próspera. Pero no solo en el aspecto material.
La cultura resultó igualmente protegida. Salieron a la luz o se adquirieron tratados de Agricultura, Medicina, Matemáticas, Astronomía y Arquitectura, entre otras materias.
Los musulmanes valencianos fueron grandes amantes de la lectura. La cultura musulmana era transmitida, generación tras generación, desde los padres y maestros hacia sus hijos.
La nómina de quienes alcanzaron celebridad con la pluma es muy extensa y tanto su prestigio que sus nombres, apenas conocidos en la tierra que les vio nacer, resultan familiares en todo el mundo árabe:
- ibn Ÿuayr.
- ibn Alqama
- al-Ansari
- Aben al-Abbar
- al-Abdari
- ibn Abi-l-Afia
- ibn Dihya
- ibn Salim
- at-Tushibí
- ar-Russafí
- ibn al-Zaqqaq
- Ibn Jafā’a: Abū Ishāq Ibrāhīm b. Jafā’a. (Al que no podemos dejar de citar a pesar de haber nacido en Alcira y no en Valencia ciudad.)
- Salomón ibn Gabirol, judío, que si bien nació en Málaga, residió aquí.
En las matemáticas se daban casos muy singulares de personas que gozaban de fama porque, siendo iletrados, les requerían para efectuar cálculos sobre importe de cosechas, etc. Valiéndose únicamente de piedrecitas que agrupaban, separaban y volvían a reagrupar según las necesidades, obtenían con toda precisión el resultado de operaciones matemáticas complicadas, ya que, entre otras cosas, las medidas de capacidad y peso, también el valor de la moneda, era diferente según las regiones y aun dentro de la misma zona, pudiendo unos exigir la utilización del sistema valenciano, mientras otros el aragonés o el catalán.
Gastronomía: En nuestra cocina encontramos una clara tradición. En la repostería y en los dulces. Sobre todo ese turrón que los de Xixona han internacionalizado.
La cocina valenciana gozó en todas las épocas de merecida fama y entre sus componentes tuvieron preponderancia los productos de la huerta, tan abundantes y selectos. Ello no significa que dieran de costado a los pescados y a las carnes aunque se consumieran en menor proporción.
Frutas las había en abundancia y muy variadas: peras, ciruelas, uvas, albaricoques, higos, granadas, dátiles… y almendras verdes, que se comían con su cáscara al ser tierna.
En cuanto a los dulces es bien sabido que todavía hoy muchos de los que disfrutamos, son herencia de aquella época.
Como bebidas agua azucarada y perfumada con jazmín, para mejor digestión, el te, los xarab…
Antes y después de la comida se iba pasando a los comensales, sentados en la mesa, una jofaina (o un aguamanil) con gua, jabón y toalla.
Prendas de vestir que se utilizaron hasta mediados del siglo XIX se emplean en los desfiles folklóricos. La costumbre de arrojar caramelos y monedas en las fiestas ¿de donde viene?. Y es ye utilizado por los árabes para dirigirse a una persona y que nosotros hemos conservado con una pronunciación peculiar: xe, con el que somos designados en otras zonas de España. Los ches equivale a decir los valencianos. Y el tratamiento de tío/a que damos a las personas mayores en señal de respeto y afecto.
Finalmente heredamos la afición a la música y a la pólvora. Los antecedentes de nuestros alardes musicales, de la fantasía estruendosa y de multicolor de los fuegos de artificio que tanto orgullo despiertan entre nosotros como admiración en los extraños, hay que buscarlos en aquellas fiestas que durante su pacífico reinado ofrecía ‘Abd al-‘Aziz hace casi mil años en su munya, junto al río, convirtiéndose las noches valencianas en una sinfonía de música y color, exponente del bienestar alcanzado en una época que siempre quedó registrada en el Libro de nuestra Historia.
Del legado cultural árabe forma parte también la ordenación del sistema de riegos o Tribunal de las Aguas.
Un tiempo en el que Valencia (Balansiya) era florón del Islam y, en pacífica convivencia con las minorías cristiana y judía, el muezín, desde lo alto de los numerosos minaretes, llamaba cinco veces al día, para que fueran elevadas preces:
al Dios Único, al Dios Eterno, Aquel que no
engendró ni fue engendrado, Aquel con el que
nada de este mundo se puede comparar.
(Corán, sura al-Ijlas).
Extractos de «LA VALENCIA MUSULMANA» de Vicente Coscollá – Carena editors.
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Balansiya, donde convivían también las minorías cristiana y judía, fue una ciudad próspera. Pero no solo en el aspecto material.
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Imagen de Ibn al Abbâr. Los musulmanes valencianos fueron grandes amantes de la lectura. La cultura musulmana era transmitida, generación tras generación, desde los padres y maestros hacia sus hijos.
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Jarrita decorada contemporánea de Ibn al Abbar. Pieza de ajuar típico de las casas valencianas de los siglos XII - XIII.
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Cuando el geógrafo almeriense al-Udrí visitó Balansiya en el siglo XI, dejó escrito que en la mayor parte del territorio se cultivaba azafrán y era de muy buena calidad.
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Tabaleter y dulzainero valencianos.
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